A las 6 suena el despertador y nos ponemos en pie. Sabemos que va ha hacer calor así que debemos aprovechar las horas del fresco matutino.

Tras desayunar y preparar las bicicletas, salimos pedaleando por el centro de la ciudad hasta encontrar un largo carril bici que nos lleva hasta las afueras. Pedaleamos por pistas anchas pero de fácil pedaleo, pasando por cultivos y cercanas al río Guadalquivir.

Varios kilómetros después entramos a zonas de recogida de tomates y los camiones van y vienen levantando tanto polvo como pueden. Nosotras, somos un cromo marrón a lo largo de todo el recorrido que nos queda hasta Jerez.

Por suerte, a 20 km de nuestro destino final, enlazamos con una carretera que nos lleva hasta el centro de la ciudad. La entrada es en subida y bastante fea (para qué negarlo). El calor aprieta fuerte así que, sucias y sudadas, llegamos al hostal donde (sin mirarnos mal) nos atienden y nos dan las llaves de la habitación.

Una buena ducha y bajamos en busca de algo de comida. Nos hacemos unos fideos y unos frankfurts con melocotón en almíbar. Descanso y siesta merecida.

Por la tarde paseamos por el centro, sellamos las credenciales y vamos al super a por la cena. Una estupenda ensalada de tomate, queso fresco, membrillo, atún y un poco de gazpacho. De postre, natillas.

Ya toca descansar de nuevo. Mañana tenemos la última etapa hasta Cádiz. Es corta. Esto ya se nos acaba.