Mucho a nuestro pesar, tenemos que replantear la ruta. Nuestra idea era subir hacia el norte, dirección la Seu de Urgell y, apartir de ahí, girar dirección Puigcerdà para acabar bajando hasta Berga. La mala suerte fue que no encontramos ningún hospedaje entre los 65 y 100 km, así que nos vemos obligadas a cambiar la ruta. Nuestra idea, llegar hasta Igualada y de ahí, dependiendo de la hora decidiriamos si seguir hasta Vilafranca o bien dormir en Igualada. Pues bien, aquí va nuestra última etapa…
Nos despertamos y bajamos a desayunar un enorme croissant y una tostada bien gordita con mantequilla y mermelada.
Recogemos las cosas, nos vestimos y empezamos el pedaleo. Según Google maps, 65 km hasta Igualada, mayoritariamente llanos. Los íbamos ha hacer rápido. En menos de 3 horas nos teníamos que plantar en Igualada.
La palabra «mayoritariamente llano» la tengo grabada en la retina. Solo salir de Ponts ya empezamos una suave subida y, en menos de 10km Mireia pincha la rueda trasera. Suerte que lleva a una mecánica como compañera de viaje, jejeje…
Seguimos los siguientes 35 km en subida, constante subida. No muy dura (gracias a Dios) pero no llaneba casi nunca y, para nuestra suerte, teníamos el viento en contra. La subida final hasta Calaf se hizo dura. Suerte que apenas había tráfico y podíamos ir a nuestro ritmo. Ya íbamos con todo (piñones y platos). Llegamos arriba, respiramos fuerte y viene la bajada. Una bajada tímida con viento en contra… Que mala suerte la nuestra.
Algunos quilometos más tarde, empieza una bajada más pronunciada, esta vez mucho mejor, nos alegramos por momentos. Llegamos a Igualada con la idea de comer algo y dormir ahí.
Todos los restaurantes llenos de gente, menús desorbitados de precio pero finalmente picoteamos algo y aprovechamos para buscar alojamiento. NADA, no hay NADA. Ni hostales, ni Airbnb…. No sabemos si llorar o que… Como podemos tener tan mala suerte?…
Acabamos decidiendo bajar en tren a Barcelona y buscar un plan alternativo para el fin de semana, aún no se han acabado las vacaciones, tenemos que aprovecharlas hasta el final pues no sabemos si, a nuestra vuelta, volverán a encerrarnos.
Así que nada, ferrocarriles hasta plaza España y metro hasta casa. Fin de nuestra aventura a pedales de esta Semana Santa