La noche ha sido movida. Digamos que se ha caído el cielo, literalmente. A las 2 de la madrugada ha empezado a diluviat, a tronar, a caer relámpagos… Creo que no he vivido en mi vida una tormenta así. Ha durado, aproximadamente 2 horas (la parte más dura…).

Aunque he dormido «poco» a las 6:30 ya estaba en pie. He recogido mis cosas, he desayunado y he desmontado la tienda (que estaba empapada).

He empezado a pedalear y, durante el camino, he ido observando que el temporal de anoche había sido más duro de lo que pensaba. El camino estaba lleno de árboles caídos y imposibilitaba mi paso. Aún así, me he armado de valor para cargar con la bicicleta y cruzarlos. Luego, por suerte, tenía una forgoneta delante que iba talando los árboles para que pudiera pasar.

A los pocos quilòmetros, me he encontrado con el chico francés y hemos seguido el pedaleo juntos, apartando árboles y ramas grandes.

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El camino ha empezado a complicarse cuando hemos visto que el río, junto con la lluvia, habían causado inundaciones en el camino y, tras pasar por algunas, al final hemos optado por coger la carretera.

Es cierto que los últimos 30 km han sido rápidos, aburridos y monótonos, con lluvia constante. En ocasiones fuerte. Aún así, como ya estábamos empapados, hemos seguido pedalenado hasta llegar a Dole.

Tras cruzar el pueblo, hemos comido bajo un porche. Me he descalzo y me he puesto la chanclas pues tenía los pies empapados. Hemos seguido un poco más, hasta una zona donde nos hemos aseado y, finalmente, nos hemos instalado en un parque.

Tras montar las tiendas, hemos limpisdo las alforjas y todo aquello que estaba lleno de barro. Luego, cada uno se ha metido en su tienda, para recoger sus cosas y dejar pasar el tiempo mientras empezaba a llover de nuevo.

Cuando finalmente ha medio parado, hemos intentado jugar a unas cartas que hemos comprado pero hemos acabado hablando e la vida hasta la hora de cenar.

Parece que no va a llover más. Espero que mañana salga el sol!!