El despertador ha sonado a las 4.45h. Y a las 5.00h ya teníamos el taxi esperando para llevarnos al aeropuerto. Medio dormidos, recojemos y llegamos al aeropuerto de Estambul donde hemos facturado las maletas y pasado todos los controles.

La espera ha hecho corta, entre controles y facturación. Han abierto la puerta de embarque muy rápido así que enseguida estábamos sentados e intentando dormir en el avión…

A las 9 aterrizábamos, recogíamos el equipaje y salíamos a alquilar un coche. La idea era que condujera Cris, pero como la tarjeta del banco no le va (cosas raras), he tenido que ponerme yo de conductora.
Hacemos un reconocimiento del coche y ha empezado la aventura por carreteras y autopistas turcas. ¡Toda una experiencia!! Tras casi 3 horas de coche llegamos a Pamukkale, nuestro destino de hoy.

Hacemos el Checking en un hotel que está completamente nuevo, comemos ahí mismo un menú bueno, bonito y barato y salimos  hacia las salinas y las ruinas de Hierapolis.

Hacia un calor tremendo. ¿Recordáis la canción de Fran Perea «bajo el sol abrasador»? Pues lo mismo. Exagerado. Y encima, tan listos que somos que vamos a las 16.00h (aunque luego hemos visto que era la mejor hora).

Hacemos la cola, a puntito de desmayarnos y finalmente, entramos. Hemos cruzado unas salinas muy grandes, de donde salía agua y podíamos refrescarnos un poco (aunque el agua no estaba fría, más bien tibia y tirando a caliente).

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Hemos conseguido llegar arriba, donde había chiringuitos y hemos comprado algo para beber. Hemos descansado bajo la sombra en un césped y, seguidamente hemos visitado las ruinas que tienen ahí arriba. Y venga a hacer fotos, a cuál mejor… El sol estaba perfecto y a medida que iba bajando, las fotos iban mejorando. Hemos explotado a Óscar, pobre.

Finalmente a las 20.00 hemos empezado a bajar y hemos ido directos al hotel. No queríamos complicarnos buscando donde cenar, sabiendo que aquí estaba todo muy bien. Aparte, estamos cansados 6 con sueño. Debemos coger fuerzas para mañana, pues iremos hasta Efeso.