Hoy nos hemos levantando con la calma y no era hasta las 8’45 que salíamos del hostal.
Con las motos nos hemos acercado a la zona de aparcamiento para empezar nuestro trekking hasta la cima del Gunung Raya, la montaña más alta de todo Langkawi.
Empezamos la caminata al lado del río, donde hay pequeñas zonas para hacer barbacoas y a los pocos metros empiezan las escaleras que suben hasta arriba. Un total de 4287 escalones (así lo marca el cartel) nos esperan.
Al principio los escalones son bastante sencillos, es decir, no tienen mucha inclinación, pero a medida que vamos avanzando la vegetación se cierra más, encontramos árboles caídos que dificultan el paso y la humedad se nota a cada paso que damos. Cuando llevamos 1km, Sara se da cuenta que tiene un gusano entre los dedos pero… no es un gusano, es una sanguijuela que no quiere salir. A partir de ahí, ya no hemos parado de mirar nuestros pies de ir sacando, de vez en cuando, sanguielas.
El último km se ha hecho especialmente duro pues la inclinación era bastante perpendicular y el cansancio y sudor por todo el cuerpo se hacían notar. Encima los últimos metros el camino se corta por un arbol caído y debemos cogernos a unas cuerdas que nos ayudan a subir. Finalmente, acabamos con las escaleras y llegamos al mirador. Desde aquí se puede observar una buena parte de la isla. Realmente las vistas merecen la pena. Subimos un trozo por la carretera, para culminar la cima (ah, si. Sabiamos que podíamos subir en moto pero nos hacía ilusión probar las escaleras!) Arriba hacemos otra foto pero el cielo empezaba a nublarse, así que tocaba rehacer el camino cuesta abajo.
La bajada ha sido más fácil y llevadera aunque el sudor no ha parado. Una vez abajo, encima de las motos y con el aire de cara hemos hecho parada en unas cascadas, exactamente a las Durian Perangin que, a decir verdad, no valían la pena, así que nos hemos ido hasta la playa de Tanjung Rhu donde hemos comido un arroz con verduras muy rico con dos huevos fritos y unos chipirones (o algo parecido) rebozados.
Luego hemos descansado en la playa, casi desierta y nos hemos bañado un buen rato pues el agua está más bien caliente y, para mi, es un gustazo poder estar quieta sin pasar frío.
A eso de las 16 hemos vuelto a coger las motos para ir a la otra punta de la isla, a Kuah y visitar uno de sus centros comerciales, pero la verdad es que no valia demasiado la pena. Hemos tomado un helado, fotografiado el monumento del águila enorme y hemos regresado al hostal a ducharnos (ya eran las 19:00h).
Tras la ducha, hemos ido a cenar y como no hemos encontrado el night market abierto hemos acabado en el McDonald’s donde por 3 euros hemos comido un menú como los de Barcelona. Nos apetecía sentirnos como en casa. Jajaja… Para rematar, hemos devuelto la moto y ha vuelto a caer el gofre. Vuelta hacia el hostal caminando para preparar maletas e ir a dormir que mañana a las 6 y poco debemos estar en el aeropuerto para volar hacia Penang y coger un bus hacia las Cameron Highlands!
