Nos levantamos sin prisa, hoy va a ser una mañana corta de pedaleo. He pasado un frio terrible por la noche (todo por no levantarme a por el saco), así que he dormido bastante mal.
Ayer pusimos una lavadora, así que hoy tenemos ropa seca y limpia. No os podeis imaginar la ilusión que nos hace.
El albergue, que es una casa particular convertida en albergue, nos ofrece el desayuno. Como todos los dias, comemos más de lo que debemos, pero esque está tan bueno todo…
Empezamos la ruta siguiendo las flechas amarillas, vamos adelantando peregrinos que han salido mucho más temprano que nosotras. El camino es bonito pero, como ya llevamos diciendo unos dias, sube y baja constantemente. Es un rompepiernas en toda regla!
A los 30 km, ya un poco malhumoradas por el cansancio, para a descansar y comernos una manzana (de esas que nos dió ese amable señor ayer).
Seguimos pedaleando, pasando por pequeños pueblos que nos indican la cercania a Oporto. A escasos 17 km de la gran ciudad, el camino se convierte en adoquines y va a ser así hasta el final de etapa. A parte, atravesamos cuesta arriba una calzada romana original y os puedo asegurar que no ha sido nada fácil subirlo!
Finalmente, entramos Oporto. Sus calles abarrotadas de gente, el caos con el trafico y sus subidas.
Encontramos alojamiento, nos duchamos y tenemos la tarde para callejear, tomar algo y comer un buen plato de bacalau. Nos lo hemos ganado, no?