Ilusa de mi había puesto el despertador a las 7. La realidad es que a las 5.30 ya había peregrinos en pie y a las 6 se encendían las luces del albergue, así que nada, tocaba levantarse.
No eran ni las 7 que ya estaba camiando junto a la madrileña que conocí ayer. El paisaje de hoy, mucho más llevadero, aunque el sol seguía apuntando maneras.
Una tostada y un buen zumo para desayunar y seguir el camino. Ibamos a buen ritmo, adelantando peregrinos por doquier.
En algún momento me ha empezado ha hacer daño los pies y como me esperaba, empezaban a resurgir las primeras ampollas. He bajado un poco el ritmo a los 20 km, donde me he separado de la madrileña y he seguido los últimos 5.5 km sola, hablando con peregrinos. Uno de ellos, hacia el camino a la inversa, venía de Muxia y llevaba un mes y una semana caminando. Como debía de tener este buen hombre los pies?
He encontrado una fuente de 1911, que para poder beber de ella tenía que subirme encima cual mono en la jungla.
Antes de las dos llegaba a Larrasoaña, final de etapa.
He aprovechado para lavar la ropa y una merecida ducha.
Por la tarde me he acercado al rio y a un bar/tienda donde he entablado conversación con varios peregrinos.
He cenado casi a la hora de la merienda (19.00) y a leer un poco antes de dormir. A ver como se despuertan mis pies.