Creo que nunca antes había dormido en unas literas que hicieran tanto ruido. Está claro que el cansancio hace milagros y me dejó dormir bien dentro de lo que cabe.
Como cada mañana, los peregrinos tienen prisa y se levantan antes del amanecer así que, puestos a no dormir, me levanto, me visto y me voy.
Eran las 6.30 de la mañana cuando empezaba a caminar. El cielo despejado y un camino sencillo, pasando por puentes, arboledas y alguna que otra masia abandonada.
Como detalle peculiar de hoy, un señor había montado un tinglado con comida y bebida para desayunar a cambio de la voluntad para llevar a unos niños huerfanos a Rumanía.
A las 11 ya estaba en Pamplona, sellando la credencial y siguiendo las maravillosas conchas que tienen por toda la ciudad.
Eran las 12 cuando entraba en Cizur Menor y, aunque tenia intención de quedarme, junto con una catalana, un madrileño y mas tarde, una italiana, nos hemos enzarzado ha realizar los últimos 7 km con el sol a nuestro lomo. Hay que decir que hablando se nos ha pasado volando.
El paisaje acompañaba bastante y la subida se ha hecho amena.
Una vez arriba, ritual diario, ducha, hidratar pies e ir a tomar algo explicando las azañas del dia.
A las 7 ya estabamos cenando, mañana será también un buen día.