A las 7.30 ya estábamos despiertas, así que hemos aprovechado a ducharnos con agua tibia.
Bajamos a desayunar. La señora de la casa nos saca agua caliente para el té, unos panes con un poco de mermelada y un huevo frito.
Salimos a ver la calle comercial de Lima y caminamos aproximadamente una hora hasta llegar al parque central del barrio de Miraflores que ha resultado ser un parque al que no queríamos ir porque nos hemos equivocado al poner el nombre real en el MapsMe. Pero bueno, hemos aprovechado para ver toda la calle y un barrio más residencial.
También hemos aprovechado para entrar en un locutorio e imprimir los billetes de embarque para esta noche hacia Chiclayo.
Hemos acabado en un donkin Donnuts como gordas y hemos seguido el rumbo hasta el malecón.
Al hacer frío, la ciudad está muy apagada y hay mucha humedad cosa que imposibilitaba ver las vistas desde el malecón.
Justo en debajo el malecón, hay un centro comercial lleno de tiendas de ropa y restaurantes. Nuestra sorpresa ha sido al observar que había muchas tiendas de ropa de montaña así que hemos aprovechado para ver chaquetas buenas de plumas… El precio nos ha parecido igualmente caro pero quizá tendremos que comprar alguna en función del frío que tengamos estos próximos días. (aunque ahora vamos al norte y se supone que hace mejor tiempo).
Hemos comido un menú per 18,5 soles (5 euros) que incluia primero, segundo, postre y bebida. Así que hemos degustado una sopa de vegetales, pollo con arroz y patatas y el un pequeño pastelito.
De ahí hemos callejeando un poco más y ya hemos ido a la casa para pedir un taxi que nos llevará al aeropuerto. Nosotras no hemos podido pedirlo por Uber, así que lo ha hecho la mujer por nosotras. Hemos llegado en 45 minutos aproximadamente y hemos pagado 39 Soles.
Lo que ha pasado después, es de película. Hemos estado 1h45 minutos para terminar la cola de facturación. Quedaban 20 minutos para que abrieran la puerta de embarque, así que nos hemos apresurado a a pasar el control de pasaportes/billetes y de equipatge de mano.
Una vez llegamos a la puerta de embarque, vemos que la gente que hay es exagerada. Gente por el suelo, todos los bancos ocupados, gente de pie acumulada porque no había espacio!! Parecía más bien una manifestación que la espera para embarcar en un avión.
Nos acomodamos como podemos y esperamos. Al cabo de poco, y sin avisar por megafonia, nos cambian la puerta de embarque. Ya vamos con retraso. En esa 2a puerta, esperamos. El vuelo anterior va con retraso y nos comunican que saldremos posteriores a ellos. Nos armamos de paciencia y esperamos. De golpe, aviso por megafonia, volvemos a cambiar de puerta de embarque. La gente ya empieza a flipar, nosotras no acabamos de entender nada…
Llegamos a la tercera puerta, nos separan por filas en función del asiento que tenemos y, cuando estamos todos distribuidos, megafonia avisa un nuevo cambio de puerta. Es el nuestro!!!!!! Toca volver a la puerta de embarque anterior. Ahora si, ya la definitiva. Llevamos 90 minutos de atraso.
Una vez dentro del avión, Cris y yo nos separamos. Cada una tiene un asiento diferente y a mucha distancia. Así que, una vez todo el mundo está sentado en sus respectivos asientos, sale el piloto y nos comunica que tenemos que esperar 35 minutos más tarde. Al haber retraso en vuelos, no tenemos pista de aterrizaje en Chicalyo. Se disculpa, aunque no es su culpa y nos dice que hay huelga de controladores aéreos porque se quejan de las malas infraestructuras estando en 2019. Aparte, ahora empiezan los juegos Paramericanos en Lima y eso va a dar una muy mala visión hacia el extranjero…
Enfin, que hemos llegado a las 23.40 a Chiclayo, hemos recogido las maletas e ido al hotel.