A las 7.45h, después de nuestro desayuno nos han venido a buscar. Hemos subido a un minibus y enseguida hemos llegado al puerto donde nos hemos subido en un barquito.
Hemos hecho una primera parada en la isla de Uros donde una familia nos ha explicado como vivían y como hacían las islas flotantes artificiales donde nos encontrábamos. Nos han hecho una explicación exhaustiva sobre la construcción y nos han enseñado sus pequeñas casas. Realmente eran 4 paredes, quizá de unos 5x3m..
Se hablan 3 idiomas: aymara quechua, castellano
La totora (junco), es lo que utilizan para hacer las casas. También se lo comen y lo usan para hacer las barcas y como leña para cocinar. Como la isla la hacen ellos, necesitan anarla con 10 o 15 anclas.
La raíz de la totora flota, la isla está hecha por bloques. Los van a buscar a 8-10km aprox. La isla de Uros está formada por 15 bloques unidos por troncos de eucalipto con una cuerda durante 6 meses para que todo quede unido y después la 1a semana les colocan las cañas a un lado y después a otro trenzandolo (para endurecer la isla). Cuando está la plataforma formada elevan las casas. El mantenimiento es cada 15 días y es cuando deben poner más capas.
No hay personas mayores de 40 años porque no les gusta el turimo. Viven en otras islas y se dedican a la pesca.
Hemos vuelto al barquito unos 15 o 20 minutos más y nos han hecho bajar para ver un pequeño mercado flotante y luego, 3 horas más en barco hasta llegar a la isla donde nos vamos a instalar, isla Amantani.
Ahí nos han distribuido en casas. La nuestra era de una señora llamada Rebeca. Nos ha preparado una sopa de verduras con quinoa y luego un plato de diferentes tipos de patata y un poco de tomate y queso. Rápidamente hemos tenido que subir a la plaza de las armas donde hemos empezado una caminata hasta el mirador.
Había una fuerte pendiente y hemos tardado casi 1 hora en llegar al mirador pachamama (madre tierra). Ahi nos hemos fotografiado y esperado a ver el atardecer.
En un momento ha oscurecido y a oscuras hemos conseguido regresar a la plaza de las armas. Ahí, nos hemos encontrado con una fiesta donde la gente del pueblo bailaba da dando circulos al rededor de unas fogatas. Hemos estado observando la fiesta, que daba entrada a la semana de la artesanía y hemos estado calentitos gracias al fuego.
Una vez acabada la fiesta, a aparecido Rebeca y nos ha llevado hacia casa a cenar. Las calles estaban oscuras, no hay electricidad y ella nos guiaba por los caminos como si nada. El cielo estaba lleno de estrellas y el frío se notaba considerablemente.
En la casa, hemos cenado otra sopa, esta vez más espesa y arroz con verduras. No eran ni las 20.30 que ya estábamos en la cama… Hacía un frío penetrante. Las sábanas estaban congeladas y la noche se ha hecho eterna por culpa del frío.