Aunque no hemos puesto el despertador, no eran ni las 7 que ya teníamos los ojos como platos, así que tocaba activarse.
Tras desayunar en la habitación y preparar alforjas, salimos con el fresco de la mañana (16 grados y el reloj marca las 7.46h).
Pedaleamos por las cercanías de León para salir de la ciudad, cruzamos las vías del tren por un inmenso puente y llegamos a una nacional, casi abandonada, que nos conducirá (casi) hasta el final de nuestro destino.
La carretera és monótona y muy aburrida. Es una recta que nunca acaba, pedaleamos y pedaleamos, parece que los quilòmetros no avancen (aparte, los carteles están mal y cuando nos pone que quedan 60 km al cabo de 3km pone que quedan 65km, una tónica ya muy recurrente a lo largo de toda la ruta).
Llegamos a un maravilloso pueblo tras pedalear 32 km y no encontramos ningún bar abierto donde tomar algo calentito, así que nos tomamos fruta y seguimos por un camino de tierra que nos conduce hasta un canal de regadio innacesible para las bicicletas… Así que… Vuelta a la nacional fantasma. Aunque no lo pareciera, era un falso llano ya que subía un poquito (poco, pero se notaba).
Llegamos a Benavente, descansamos un poco y buscamos la vía verde que nos conduce tras 7km hasta Barcial del Barco. La vía verde está muy bien pero tiene demasiada arena para las bicis y dificulta el recorrido…
Llegamos muy temprano (a las 12.30h) pero no podemos seguir pues hasta Zamora no hay nada más para dormir (y Zamora está a unos 60km…) así que nos toca descansar tras 78 km (que tampoco nos va mal) y dejar atrás esa carretera fantasma que nos acompañará, también, buena parte del día de mañana.
Hemos hecho pasta para comer, con nuestra olla en un parque cercano y pasadas las 14h hemos entrado al albergue donde estamos solas (al estar ya en la vía de la Plata es difícil que nos encontremos con alguien, este camino en esta época del año, no lo hace mucha gente y al no haber casi albergues abiertos, todavía menos…).
Ducha, relax, mini paseo, clara, serie, cena y adormir. Mañana más.
