Con los 15 euros que pagamos ayer por dormir en el albergue, también nos entraba el desayuno (leche, zumo, galletas, magdalenas y tostadas con mermelada). Con la barriga bien llena y las bicis preparadas, salimos pedaleando en contra dirección y, cuando nos damos cuenta retrocedemos para coger el camino correcto (o eso creíamos).

En Riolobos no encontramos indicaciones del camino así que usamos Google maps. Éste nos lleva con un caminito arenoso que acaba sin salida, así que hemos tenido que retrodecer, de nuevo, hasta la carretera. Ahí hemos cogido nuestra querida y ya conocida nacional 630 (sí, la nacional fantasma), hemos pedaleando por ella hasta Grimaldo, sorteando alguna que otra cuesta y luego una tendida y larga bajada de 10km pasando por Cañaveral.
Una vez al lado del pantano, hemos seguido pedaleando por la nacional, cercana a las vías del tren hasta pasados 14 km que nos hemos desviado por un camino arenoso y con tendencia a subida pero de fácil pedaleo. Este camino ha durado 15km hasta Casar de Cáceres, abriendo y cerrando cancelas y notando el calor que, por fin aprieta (y digo por fin porque hemos pasado mucho frío los días anteriores).

Una vez en Casar de Cáceres, hemos parado a descansar en la sombra y comprar agua y hemos seguido pedaleando en constante subida hasta Cáceres (en 5 km hemos visto 5 animales diferentes muertos en el arcén…).
Al llegar a Cáceres eran pasadas las 14, hacia mucho calor, estábamos sudadas y necesitábamos una ducha antes de comer. Así que en el hostal, después de montar todo lo que llevamos, nos hemos duchado y salido a comer algo a la plaza más céntrica de la ciudad. Eran pasadas las 15.30 cuando empezábamos a comer y, aunque han sido lentos en atendernos y traernos la comida, hemos acabado (casi) rodando.
A las 17.00 volvíamos al hostal a descansar y pasadas las 18. 00 íbamos camino a la lavandería para lavar la ropa. Por el trayecto hemos visto a un hombre sentado en unas escaleras y se le salía un huevo del pantalon. Sin duda, ha sido lo más interesante del paseo de la tarde.

Hemos puesto la lavadora y hemos ido camino al centro a visitar la catedral y su campanario (que, por cierto, hemos podido entrar gratis por ser peregrinas).
De vuelta a la lavandería, sacamos la ropa de la lavadora la pasamos a la secadora y vamos a comprar algo para cenar.
Sacamos la ropa de la secadora y vamos al hostal, organizamos alforjas, nos duchamos de nuevo para sacarnos el sudor y preparamos la cena (ensalada de tomate, queso fresco, membrillo, atún y gazpacho).
Ahora toca descansar. Mañana hacemos parada en Mérida!!!