Semana Santa llega con ganas e ilusión. Llevamos mucho tiempo sin poder salir de nuestro municipio (por el tema del Covid19) y, ahora, por fin, tenemos la oportunidad de ir un poco más allá. (eso sí, sin pasar la frontera catalana… Es decir que no podemos salir de Cataluña).
Aprovechando que la familia de Cristina tiene una casa en Calafell, pasamos unos días haciendo excursiones por la zona y rodeando el embalse de Siurana.
Así pues, la primera etapa es fugaz, de Barcelona a Calafell, 80 km que pasan rápido, cruzando la ciudad comptal, el Prat, Castelldefels, las curvas del Garraf, Sitges, Vilanova y la Geltrú y, finalmente, Calafell. Esta primera etapa la hago en solitario, provando como van las alforjas en la bici de carretera, pues, por primera vez salgo ha hacer una ruta de bicicleta sin la BTT y las sensaciones, por ahora, no son malas.

Después de los días de relax y excursiones, llega el momento de salir de nuevo. Esta vez, me acompaña Mireia quien, después de la ruta de este pasado verano (de bcn al norte y de ahí a Cádiz), no ha tenido bastante y quiere provar esta nueva aventura.
Salimos tarde de Calafell, a las 9.45h y, siguiendo el nuevo GPS Garmin Edge Explore, que nos guía estupendamente por todo el trayecto. Los quilòmetros pasan rápido, cercanos al mar y en carreteras de escaso tráfico (generalmente).
Todo iba de maravilla hasta que Mireia se ha comido un palo que separa la carretera con el arcen para dar paso a los peatones. Por suerte, ha sido más un susto que otra cosa. (tambien hay que decir que nuestra velocidad no es relampago y, por mucho que vayamos con las bicis de carretera, el peso de las alforjas está presente).
Seguimos hasta Tarragona, 31km marca el el recorrido de Calafell hasta aquí. Parada para comer una barrita y seguir.
El camino, desde aquí, transcurre muy fácil por varios carriles bici y por unas carreteras asfaltadas entre cultivos y casas particulares. Es así como cruzamos Vila-seca, Salou y Cambrils, hasta llegar a Miami-Playa. 63 km llevamos desde Calafell, 32 desde Tarragona. Són las 13.20, toca parar y comer algo. Plátano, palitos de centeno y seguimos el pedaleo.
Hasta ahora, el desnivel había sido casi inexistente (a excepción de la llegada a Tarragona que subía un poco). Ahora tocaba subir algún pequeño muro y, aunque no lo parecía, la carretera era un falso llano hacia arriba. Mireia iba enfadada con el mundo, quejándose por la bici que llevaba la rueda frenada. Después de varios intentos de ajuste (no demasiado válidos), llega con un poco más de esfuerzo de lo normal hasta El Perelló, pueblo final de la etapa de hoy (91km).
Aqui tenemos reservada una pensión, por 42 euros tenemos habitación, baño privado y podemos hacer uso de una nevera que hay en la zona común.
Compramos macarrones, patatas, zumo y natillas. Entre que nos duchamos y hacemos la comida, acabamos comiendo a las 16:00h (hay que tener en cuenta que hemos llegado a las 15. 00h). Después de comer aprovechamos para hacer una plácida y tendida siesta. Por la tarde salimos a un taller para intentar solucionar el problemilla del freno y pasemos hasta el supermercado a por la merienda y la cena.
Ahora toca cenar y descansar!!