Etapa 13. Rekingen – Radolfzell 89 km

El sol sale y, tras abrir los ojos me encuentro unas 50 babosas enganchadas en la pared de la tienda. Cuidadosamente intento sacarlas con pequeños golpes… Pero hay tantassss!!!! Finalmente debo sacarlas con un papel y limpiar la mierda que han dejado por el camino, jajajaja…

Por la noche ha llovido a ratos y al acabar de guardar la tienda, empieza a llover de nuevo. Nos preparamos con los impermeables y empieza la aventura.

Cómo ayer me quedé sin batería, Aurélien se ha ofrecido a cargar mi reloj mientras la dinamo de su rueda está en funcionamiento. De esta manera podré tener la ruta guardada. Que majo!!!

A los 5 km, mi rueda trasera se pincha así que, bajo la lluvia y bajo un árbol cambiamos entre los dos la cámara. Esta vez le he puesto una antipinchazos, igual que la delantera. Lo que pasa es que mi cubierta trasera está muy desgastada, no se si aguantará lo que queda de viaje… (que no es poco…)

No para de llover, y vamos por caminos que, a veces, se acercan al río y otras se alejan. Sorteando casas particulares y siempre con unas indicaciones muy bien señalizadas. Hay zonas donde toca poner el plato pequeño y cuesta lo suyo… Han salido 600m de desnivel positivo acumulado….

Entramos y salimos de Alemania y Suiza como quien sale de su casa a por el pan. Muchas aduanas pero ningún control.

Llegamos a la catarata más ancha (que no alta) de Europa. Aprovechamos ya que hay un sitio con WiFi para connectarnos con el mundo. Después de eso, toca una larga y tendida subida.

En Stein am Rhein vamos al supermercado. Que no se diga que no consumimos en Suiza. Es bastante más caro todo, pero compramos poca cosa, solo lo necesario (y en el super también hay WiFi!).

Seguimos pedaleando y, finalmente, entramos (para no salir) de Alemania. Paramos en una zona junto al río para comer, con baños y sitio para cargar móviles y otros dispositivos. Luego seguimos otros 25 km más, hasta pasar el lago de Constanza y encontrar una bonita zona de baño, con césped y alejada de la civilización para pasar lo que queda de tarde y noche.

Nos bañamos en el lago (junto con otras más personas, ya que es una zona habilitada para ello) y, al caer el sol, después de descansar, ordenar cosas, poner a secar ropa, leer y jugar a cartas, montamos las tiendas, cenamos y nos vamos a dormir.

Mañana en principio nuestros caminos se separan. El irá en busca de otro camino de regreso a casa y yo buscaré el Danubio, el río que me llevará hasta Viena (o eso espero).

Ahora, a descansar.

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